miércoles, 7 de diciembre de 2011

Los héroes anónimos de nuestro béisbol

La temporada muerta en las Grandes Ligas ha sido una lenta y con excepción de la designación de Bobby Valentine para dirigir a los Medias Rojas y la nueva filosofía de hacer negocios de los ahora Miami Marlins, no ha sucedido nada que nos llame la atención.

Aprovecho estos momentos para hablar un poco sobre un tema que me apasiona y que considero la columna vertebral de nuestro béisbol isleño, los entrenadores comunales.

Durante los pasados meses he tenido la oportunidad de presentar charlas y seminarios en diferentes partes de Puerto Rico a grupos de entrenadores que trabajan directamente con nuestra juventud en el desarrollo de sus habilidades en la disciplina del béisbol.

Confieso que en esta etapa de mi carrera esta es la actividad que más disfruto. En estas reuniones se congregan usualmente de 50 a 75 personas. Entre ellos se encuentran entrenadores comunales, padres, jóvenes y otros que disfrutan del juego e interesan de alguna forma mejorar sus destrezas hacia el juego y la forma y manera de cómo desarrollar las habilidades de los niño(a)s y jóvenes con los que trabajan.

Estos entrenadores en su gran mayoría con mucho sacrificio salen de sus trabajos particulares y se presentan a sus respectivos parques a comenzar las prácticas con sus equipos. En no pocas ocasiones ellos mismos tienen que preparar el terreno y demás facilidades previo a que se presenten sus peloteros.

Aunque algunos reciben algún tipo de remuneración económica por ello, la inmensa cantidad solamente reciben la satisfacción de poder contribuir a mantener a nuestra juventud atareada realizando actividades extracurriculares en sus respectivos vecindarios y de esta forma mantenerlos alejados de las malas influencias y del ocio.

Algunos de estos entrenadores tienen algún tipo de experiencia a nivel profesional o colegial pero la gran parte de ellos son aficionados del juego que no tuvieron la oportunidad de jugar ninguna clasificación superior. Independientemente de la preparación de los mismos casi todos ellos se esmeran por presentarles a sus atletas la mejor preparación posible para su desarrollo.

Me llama la atención que un denominador común al momento de trabajar con los jóvenes es lo difícil que se le hace el integrar a los padres de los muchachos en el desarrollo deportivo y más importante aún en el desarrollo cívico, social y sicológico de estos. No es tarea fácil el involucrar a los padres y llevarlos a que sean parte del programa.

Es por esto que exhorto a los entrenadores a que se eduquen y orienten a cómo manejar las situaciones con los padres y a estos a que se unan y sean parte de la solución y no del problema. No todos sus hijos o peloteros tendrán la oportunidad de jugar en las mayores (las estadísticas sugieren que solo un 4% de los firmados al profesionalismo llegan a jugar en Grandes Ligas). Sin embargo, el 100% de ellos tienen que vivir en sociedad. Los esfuerzos deben ser encaminados en desarrollar buenos ciudadanos y hombres (mujeres) de bien.

Felicito a los padres que se esmeran por envolverse con sus hijos en sus actividades pero en especial mis felicitaciones a todos esos héroes anónimos, los entrenadores comunales por sacrificar de su tiempo, energía y en muchos casos de su dinero para ayudar en el desarrollo de nuestra juventud. Sigan adelante que aunque en la mayoría de las veces con escases de equipo y de parques buscan la forma de estar presentes.

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