Carlos Javier Correa Oppenheimer, producto santaisabelino. |
La histórica
selección de Carlos Javier Correa Oppenheimer como el primer pelotero en haber sido escogido en el Sorteo de
Agentes Libres (Draft) de las Grandes Ligas tiene connotaciones que se
extienden más allá del diamante de juego.
Aunque en sus últimos años como aficionado estuvo
matriculado en una escuela privada deportiva especializada para el béisbol la
cual le ayudó en su preparación atlética superior, y además de ser reclutado
por un programa también privado que se dedica a agrupar a los que consideran el
mejor talento insular con miras a firmar al profesionalismo, la verdadera base
atlética y de carácter del joven Carlos tuvo lugar en su barrio Velázquez y la
comunidad Villa Camarero en su pueblo natal de Santa Isabel.
Sus padres, Carlos Correa y Sandybel Oppenheimer, gente
humilde que como muchos en Puerto Rico requieren de múltiples trabajos para proveer
el sustento familiar, fueron los responsables directos de inculcarles su amor
hacia el deporte y de pertrecharlo de una formación cristiana como mecanismo
para hacerle frente a las tentaciones a la que está expuesta nuestra juventud.
Su comunidad, con sus obstáculos y facultades, se encargo
de brindarle el escenario necesario para su aprendizaje social y deportivo. Esa
misma colectividad fue la que al percatarse de las habilidades de uno de sus
hijos, se unió para efectuar actividades como rifas, torneos de softball y
otros, con miras de ayudar a la familia en su empeño de adelantar el progreso
del joven. El esfuerzo paso de ser de familiar a colectivo.
Todo ese afán, ahínco y determinación exhibida en el caso
de Carlos Correa es muestra de que, a pesar de los tiempos difíciles sociales,
económicos y morales en los vivimos, se puede echar hacia adelante.
El logro de Carlos y su conjunto ha trascendido de ser
uno familiar y comunitario, a uno nacional. Puerto Rico se siente orgulloso de
ustedes.
De esta manera, ahora suman dieciocho los prospectos
boricuas los que han sido seleccionados en la primera ronda desde que se nos impuso
este proceso en el 1990.
Sin embargo, más de la mitad de estos terminaron su
formación como pelotero en los Estados Unidos, ya bien sea en escuelas
superiores o universidades.
Esta coyuntura evidencia dos circunstancias activas en
estado actual del béisbol en Puerto Rico. La primera, que poseemos del potencial
humano atlético para descollar en esta industria, y en segundo lugar, que no
hemos podido desarrollar una estructura eficaz en los esfuerzos de identificar,
seleccionar y desarrollar ese talento joven.
El momento es excepcional para un llamado a las partes
involucradas, entiéndase privadas y gubernamental, para la sistematización de un
proceso que podría perpetuar el desarrollo superior juvenil en esta disciplina.